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Impacto de la nueva guerra de aranceles en el mercado IoT: Importaciones de chips y componentes clave (parte 1)

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Impacto de la nueva guerra de aranceles en el mercado IoT: Importaciones de chips y componentes clave (parte 1)
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El sector del Internet de las Cosas se enfrenta a una turbulencia sin precedentes debido a la nueva guerra comercial de aranceles impulsada por la administración de Donald Trump. A partir de abril de 2025, Estados Unidos ha impuesto un arancel base del 10% a todas las importaciones, con tarifas aún más altas para ciertos países y productos​. En algunos casos, los gravámenes alcanzan hasta el 54% sobre bienes tecnológicos procedentes de países clave como China, Vietnam o Camboya​. Esta medida proteccionista busca incentivar la producción nacional pero amenaza con sacudir la cadena de suministro global de dispositivos IoT. En esta serie de artículos de esta semana analizaremos cómo estos nuevos aranceles afectan la importación de chips, sensores y otros componentes esenciales para dispositivos IoT, y qué estrategias están adoptando las empresas para mitigar el impacto. El eje temático se centrará en el impacto global sobre el sector IoT, considerando también las represalias de China y otros factores geopolíticos que complican aún más el panorama.

Aranceles recientes y componentes IoT afectados

La nueva política comercial impone un gravamen universal del 10% a prácticamente cualquier componente o dispositivo importado a EE.UU., con recargos adicionales para ciertas regiones. En particular, se han establecido tarifas “recíprocas” específicas mucho más elevadas: por ejemplo, las importaciones desde China enfrentan ahora un arancel total de 34% adicional (sobre lo ya existente), lo que eleva la tasa efectiva a alrededor de 54% en muchos casos. Otros países asiáticos productores de tecnología también han sido objetivo: bienes de Vietnam afrontan un 46%, Taiwán un 32% (en algunos rubros, excluyendo semiconductores) e India un 26%, entre otros. Incluso aliados como la Unión Europea no quedaron indemnes, con un arancel del 20% aplicado a sus productos tecnológicos. Estos gravámenes golpean directamente a los insumos esenciales del IoT. Los microprocesadores, módulos inalámbricos, sensores MEMS, circuitos integrados de control y, en general, todos los chips y componentes electrónicos necesarios para fabricar dispositivos conectados, ahora sufren un encarecimiento inmediato al cruzar la aduana. Un sensor de bajo coste fabricado en China, vital para un dispositivo IoT industrial, puede ver su costo incrementar en decenas de puntos porcentuales debido al nuevo arancel. Asimismo, componentes pasivos (condensadores, antenas, PCB) y materias primas clave como aluminio, silicio, litio y tierras raras también han sido alcanzados por tarifas adicionales. El aluminio, presente en carcasas y chasis, tiene un arancel extra del 25%, y la lista de materiales afectados incluye elementos críticos como el neodimio, el cobalto o el galio, fundamentales en electrónica y sensores.

En resumen, cualquier dispositivo IoT moderno —que típicamente integra desde chips de comunicación hasta sensores ambientales— se verá afectado de forma directa por este aumento de costes en su bill of materials. Para los fabricantes IoT, estos aranceles suponen un impuesto inmediato a la importación de tecnología. Las empresas estadounidenses del sector deberán pagar más por los componentes extranjeros, reduciendo márgenes o forzando a subir precios. Incluso compañías de otros países sentirán el efecto indirecto: al encarecerse los componentes a nivel global (por la presión sobre la oferta y la eventual reubicación de la demanda), proyectos IoT en todo el mundo podrían enfrentar sobrecostes y retrasos. En este sentido, la guerra de aranceles se suma a los desafíos existentes tras la reciente escasez global de chips, complicando aún más la planificación de la producción.

Dependencia global de semiconductores: China, Taiwán y otros jugadores clave

Para comprender el impacto, es crucial reconocer la enorme dependencia del sector IoT en la cadena global de semiconductores, dominada por Asia oriental. La producción mundial de semiconductores está altamente concentrada en Asia oriental: Taiwán, China, Corea y Japón suman más del 80%, mientras que EE.UU. y Europa apenas alcanzan un 20% combinado. Esta distribución significa que la gran mayoría de los microcontroladores, memorias flash, chips de conectividad Wi-Fi/Bluetooth, sensores MEMS y demás componentes IoT se fabrican o al menos se ensamblan en países ahora sujetos a fuertes aranceles. Por ejemplo, muchos de los sensores de temperatura, presión o movimiento usados en dispositivos IoT provienen de fabricantes con plantas en China o Sudeste Asiático. Asimismo, los módulos de comunicación celular (LTE/5G) que usan los dispositivos IoT para conectarse suelen incorporar chipsets diseñados en Occidente pero fabricados por foundries en Taiwán o Corea. Incluso componentes diseñados en Estados Unidos pueden ser producidos en Asia; un caso típico son los microcontroladores de uso general (MCUs) de firmas americanas o europeas, que utilizan nodos de fabricación en Taiwán. En definitiva, la cadena de suministro del IoT está profundamente globalizada: rara vez un dispositivo IoT puede fabricarse enteramente con insumos locales, por lo que los aranceles a las importaciones golpean en pleno corazón al sector.

Con los nuevos gravámenes, importar estos semiconductores y piezas clave se vuelve sustancialmente más caro. Esto rompe esquemas de costes cuidadosamente calibrados en la industria. El IoT, especialmente en aplicaciones de consumo o despliegues masivos de sensores, depende de componentes de bajo costo para ser viable a gran escala. Un aumento generalizado del 10% (o mucho mayor en el caso de procedencia china) amenaza con elevar los precios finales de productos IoT o erosionar significativamente los márgenes de los fabricantes. Más aún, existe el riesgo de desabastecimiento: si ciertas empresas deciden frenar importaciones por no poder asumir el sobrecosto inmediato, podrían generarse cuellos de botella en componentes críticos, tal como se vivió durante la pasada escasez de chips. Cabe recordar que la demanda de semiconductores sigue en alza, impulsada por tendencias como la expansión de dispositivos conectados, 5G, vehículos eléctricos y centros de datos. Se estima que para 2030 el mercado de semiconductores crecerá un 60% respecto a la actualidad, empujado en parte por la electrónica industrial y el IoT. En este contexto de demanda fuerte, cualquier barrera en la oferta (como restricciones comerciales) puede generar tensiones inmediatas. Los analistas advierten que la decisión de Trump podría dificultar el acceso a tecnología y ralentizar la innovación a nivel global, fragmentando aún más la economía tecnológica. Para los profesionales del IoT, esto se traduce en un entorno más complejo para obtener los componentes necesarios en tiempo y forma.

Escasez, encarecimiento y efectos en la fabricación de dispositivos IoT

El encarecimiento y posible escasez de insumos tiene repercusiones directas en la fabricación de dispositivos IoT y en la planificación de los fabricantes. En primer lugar, los costes de producción se disparan: el presupuesto de materiales (Bill of Materials, BOM) de un dispositivo IoT típico –que incluye decenas de chips y módulos importados– podría aumentar significativamente. Por ejemplo, un fabricante de sensores ambientales conectados que importe módulos de radio desde China ahora debe pagar hasta un 34-54% más por ellos, lo cual encarece el producto final o reduce su margen de beneficio. Productos de electrónica de consumo IoT, como smartwatches, altavoces inteligentes o cámaras de seguridad domésticas, probablemente verán aumentos de precio para los consumidores estadounidenses, dado que sus piezas clave se encarecen por los aranceles. De hecho, ya se observa una reacción del mercado bursátil con caídas en las acciones de Big Tech tras los anuncios, anticipando menores beneficios si los costes se trasladan al usuario o a las cuentas de resultados.

Además del costo, está la disponibilidad. Algunos fabricantes, incapaces de asumir de golpe el arancel, podrían retener pedidos o ralentizar importaciones, esperando claridad o negociando con proveedores. Esto conlleva riesgos de retrasos en líneas de producción y escasez de ciertos componentes. Hay que tener en cuenta que muchos dispositivos IoT usan componentes muy específicos (un sensor de imagen, un chip IoT especializado) con pocos proveedores en el mundo; si uno de ellos queda atrapado en la disputa comercial, reemplazarlo no es trivial. Por ejemplo, si un módulo sensor proveniente de China sube dramáticamente de precio, quizá haya alternativas en otros países, pero llevarlas a la producción requiere tiempo de calificación y validación, lo que ralentiza la fabricación. Los gerentes de compras y los ingenieros de cadena de suministro se ven obligados a reformular sus planes: aumentando inventario de seguridad, buscando segundas fuentes o rediseñando productos para ajustarse a componentes más accesibles.

Otro efecto importante es la incertidumbre en la planificación. Tradicionalmente, las cadenas de suministro tecnológicas se optimizan con meses (o años) de antelación. La imposición repentina de aranceles rompe esos esquemas: los contratos de suministro pueden volverse inviables y los presupuestos quedan obsoletos. Los fabricantes de dispositivos IoT podrían posponer lanzamientos de nuevos productos hasta tener claridad de costes, o bien producir stock por adelantado antes de la entrada en vigor de tarifas (aprovechando excepciones de mercancías en tránsito). Sin embargo, dichas soluciones son temporales. A mediano plazo, las empresas deben reevaluar dónde obtienen cada microchip y cada sensor, y calcular el impacto en cada mercado al que venden. Por ejemplo, una startup de IoT industrial que planeaba vender un lote de sensores conectados en EE.UU. ahora debe recalcular su precio de venta o considerar fabricar esos sensores dentro de Norteamérica para evitar el arancel.

También hay implicaciones en la gestión de inventarios. Algunas empresas optarán por acumular componentes clave (buffer stock) anticipándose a posibles interrupciones o futuros aumentos. Esto ya se observó durante la pandemia y la escasez de semiconductores, donde muchos fabricantes acumularon exceso de inventario de chips críticos. No obstante, incrementar inventario inmoviliza capital y conlleva riesgos si las condiciones cambian (por ejemplo, si finalmente se derogan o reducen aranceles, o si la demanda cae). Los responsables de cadena de suministro de empresas IoT hoy deben equilibrar la delgada línea entre tener suficientes componentes para asegurar producción continua, y no sobrecargarse de materiales carísimos por el arancel.

En síntesis, la guerra comercial añade presiones inflacionarias y logísticas a la fabricación IoT. Los plazos de entrega pueden alargarse, los costes de producción suben y la necesidad de reajustar planes de fabricación es inminente. Este entorno desafiante exige respuestas estratégicas por parte de los actores del sector, desde gigantes tecnológicos hasta pequeños fabricantes de dispositivos conectados.

Represalias de China y efecto en la cadena de suministro global

No puede analizarse esta nueva guerra comercial sin considerar la respuesta de China. El Gobierno chino, que ve estas medidas como una agresión económica, ha tomado represalias estratégicas que impactan directamente a las cadenas de suministro tecnológicas. Una de las más significativas es la restricción a la exportación de minerales y materiales críticos, en particular las tierras raras. China tiene casi un monopolio en la producción y refinamiento de muchas tierras raras y metales especializados esenciales para la electrónica. En julio de 2023, ya había prohibido la exportación de galio y germanio, dos metales empleados en semiconductores de radiofrecuencia, LEDs y fibra óptica. China produce aproximadamente entre el 80% y 95% del galio mundial y cerca del 60% del germanio, de modo que su retirada del mercado internacional crea un cuello de botella grave. Los fabricantes occidentales han tenido que buscar contrarreloj proveedores alternativos en otros países, pero inevitablemente los precios internacionales de estos insumos se dispararon mientras en China cayeron por la sobreoferta interna.

Siguiendo esta línea, en respuesta directa a los aranceles de Trump, Beijing anunció la prohibición de exportar dieciséis elementos de tierras raras a empresas estadounidenses. Las tierras raras comprenden elementos como el neodimio, disprosio, praseodimio, terbio, entre otros, que son vitales para fabricar imanes de alto rendimiento presentes en motores eléctricos, aerogeneradores, discos duros y también en pequeños actuadores y altavoces de dispositivos IoT. Al cortar el suministro de estos elementos a EE.UU., China está golpeando donde duele a la industria tecnológica: sin imanes de neodimio, por ejemplo, se complica la producción de motores para drones, robots o ventiladores de refrigeración, todos utilizados en productos IoT y electrónicos. De hecho, China venía contemplando incluir al neodimio en su lista de restricciones, consciente de que es insumo de “numerosos procesos de fabricación” occidentales.

Además de minerales, China ha utilizado otras cartas: ha colocado a varias empresas estadounidenses en su “lista de entidades no confiables”, prohibiéndoles hacer negocios en China, y ha iniciado investigaciones que entorpecen operaciones de compañías extranjeras (por ejemplo, investigación antimonopolio a un importante fabricante químico estadounidense, o suspensión de importaciones agrícolas específicas como carne de ave). Estas medidas de represalia agravan la fragmentación de la cadena de suministro. Para el sector IoT, significan que no solo los componentes podrían encarecerse por aranceles, sino que algunas materias primas podrían no estar disponibles en absoluto si provienen de China. Un fabricante de sensores industriales podría descubrir que el imán especial usado en su transductor ya no se exporta fuera de China, obligándolo a rediseñar el sensor con materiales alternativos o proveedores de otro origen, asumiendo tiempos y costes adicionales.

La interdependencia es un arma de doble filo en esta guerra comercial. Si bien Estados Unidos busca con los aranceles reducir la dependencia de productos chinos, China contraataca explotando la dependencia global de sus recursos y manufactura. Como señalaron analistas, es un escenario donde “tirar piedras puede resultar en pegarse en el propio pie” si no se tiene alta tolerancia al dolor. En el corto plazo, es probable que veamos turbulencias en la oferta: subidas de precio y posibles déficits en componentes altamente especializados, hasta que el mercado se reequilibre con nuevas fuentes (lo cual puede llevar años, en el caso de desarrollar minas de tierras raras fuera de China, por ejemplo). Para los profesionales de la cadena de suministro IoT, esto implica monitorear también el nivel más básico de la pirámide: materias primas y materiales críticos. Aspectos antes dados por sentado –como que siempre habría imanes, aleaciones especiales o chips de radio en el mercado global– ahora deben reevaluarse bajo el prisma geopolítico. Algunas empresas están revisando diseños para reducir o eliminar el uso de ciertos materiales bajo dominio chino, o buscando contratos a largo plazo con proveedores de lugares como Australia, Canadá o incluso recicladores locales para asegurarse un flujo de tierras raras fuera del control de Beijing. Todo esto añade una capa extra de complejidad técnica y estratégica en el desarrollo de dispositivos IoT.

Un ecosistema sometido a tensión estructural

La nueva guerra comercial de aranceles iniciada por Donald Trump ha desencadenado un efecto dominó en el ecosistema IoT global. Un sector que prosperó bajo cadenas de suministro internacionales eficientes se encuentra ahora navegando un terreno minado de tarifas aduaneras, costes crecientes e incertidumbre geopolítica. Los chips, sensores y componentes clave para el IoT sufren al menos un 10% de sobrecoste al entrar en EE.UU., y en muchos casos bastante más —hasta un 54% en el caso de insumos de China—, lo que dispara los costes de producción de dispositivos conectados y amenaza con frenar la adopción masiva de estas tecnologías.

Hemos visto que la dependencia de regiones como Taiwán y China en la producción de semiconductores hace que el impacto sea profundo: las tarifas afectan justamente a los eslabones principales de la cadena IoT. La escasez y el encarecimiento de insumos obligan a los fabricantes a replantear sus operaciones: ya sea aumentando inventario, diversificando proveedores, moviendo fábricas o rediseñando productos, la industria IoT está respondiendo con agilidad para mitigar los daños. Sin embargo, esas medidas tienen costes y límites; no pueden neutralizar por completo el golpe de una tarifa tan amplia. A corto plazo, es probable que veamos dispositivos IoT más caros y quizá retrasos en lanzamientos, mientras las empresas ajustan contratos y logística. A medio y largo plazo, podríamos asistir a una reconfiguración del mapa industrial: más producción local o en países “amigables” y menos concentración en un solo lugar, como parte de un esfuerzo global de resiliencia.

Las represalias de China, especialmente la restricción de materiales críticos como tierras raras, añaden tensión adicional a la cadena de suministro. Esta guerra comercial corre el riesgo de convertirse en una guerra tecnológica prolongada, fragmentando mercados e influyendo en decisiones de diseño e inversión a nivel profundo (por ejemplo, dónde construir la próxima fábrica o qué materiales evitar en un nuevo chip). Los directivos —ingenieros, gerentes de compras, directores de tecnología— deben ahora operar con una mentalidad geoestratégica: el aprovisionamiento ya no es solo cuestión de precio y calidad, sino también de geopolítica y seguridad de suministro.



Este contenido forma parte de una serie de artículos dedicados a analizar el impacto de la actual guerra comercial de aranceles en distintas dimensiones del mercado IoT. A continuación puedes acceder a todos los artículos publicados hasta ahora:

Impacto de la nueva guerra de aranceles en el mercado IoT:
- ...Importaciones de chips y componentes clave (parte 1)
- ...Nuevas alianzas tecnológicas en el mercado (parte 2)
- ...Acuerdos de roaming, conectividad global y la soberanía de datos (parte 3)
- ...Aranceles en las ventas globales de dispositivos IoT (parte 4)
- ...Impacto en consumidores finales, startups del sector y fabricantes (parte 5)

(Magdalena Franconetti - Generación IoT)


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