Beneficios, modelos de negocio y diseño de Productos Inteligentes Conectados: una guía completa para empresas visionarias.
Este artículo lo he dividido en 4 partes. En la primera parte hago una breve historia de los Objetos Conectados y defino los elementos básicos de los Productos Inteligentes Conectados. En la segunda parte explico las razones por las que las empresas deben crear Productos Inteligentes Conectado y cuáles son los beneficios. La tercera parte la dedico a los modelos de negocio y ejemplos de compañías que han diseñado y vendido productos inteligentes conectados. Finalmente, en la cuarta parte presento ideas generales para diseñar y crear un Producto Inteligente Conectado Mínimo Viable.
Breve historia de los Objetos Conectados
El origen de los objetos conectados se remonta hasta los albores tecnológicos del siglo XIX, en lo que se consideran los primeros experimentos de telemetría de la historia. El primero del que se tiene constancia fue llevado a cabo en 1874 por científicos franceses. Éstos instalaron dispositivos de información meteorológica y de profundidad de nieve en la cima del Mont Blanc. A través de un enlace de radio de onda corta, los datos eran transmitidos a París. Otros experimentos, ya en el siglo XX, se realizaron desde iniciativas originadas en países como Rusia o Estados Unidos, ayudando al crecimiento de la telemetría y llevándola a un uso extensivo impulsado por la evolución de distintas tecnologías de telecomunicación.
La inmadurez tecnológica de la época hizo que cualquier idea que contemplase popularizar la conectividad de objetos quedase como entelequia irrealizable. No fue hasta la década de los 60 cuando se crearon los primeros protocolos de comunicaciones que definirían la base de lo que hoy es Internet. Este desarrollo se realizó dentro del seno de la red ARPANET, en el Departamento de Defensa de EEUU. Su uso inicial fue exclusivamente militar y académico.
El primer dispositivo IoT de la historia fue una máquina de Coca-Cola o eso al menos eso se cuenta en los foros. El departamento de las ciencias de la computación de la super conocida Universidad de Carnegie Mellon allá por los años 70’s, mantenía una máquina de Coca-Cola que vendía las botellas 10 céntimos más baratas que cualquier otra máquina en el campus pero cuando iban a comprar la maquina estaba vacía. Un día, un par de empleados decidieron que había que buscar una solución a este gran problema. Y claro está, pasaba por utilizar la electrónica y la informática. Por lo tanto, decidieron instalar micro interruptores en cada una de las seis bandejas de la máquina, de forma que pudieran determinar el número de latas en cada una de ellas. Luego conectaron los micro interruptores a la red local del departamento por Ethernet hasta el servidor principal, que por aquella época era el clásico PDP-10. También crearon un pequeño programa que informaba, a través de los datos facilitados por los micro interruptores, del estado de las bandejas y por lo tanto del número de latas de la máquina. Pero no sólo informaba si una columna estaba vacía, sino que además era capaz de comprobar si las botellas estaban frías.
El avance fue lento durante las décadas de los 70 y 80 por la falta de comunicaciones rápidas y de bajo coste a medias y largas distancias, lo cual facilitó la creación de redes heterogéneas, totalmente incompatibles entre sí. No fue hasta mediados de los 90 el Internet comercial y universal comenzó su expansión definitiva.
Fue ante el desarrollo de Internet, cuando la idea de conectar objetos mediante esta red empezara pronto a popularizarse. Ya en 1990 John Romkey, un ingeniero del Xerox PARC en EE.UU., creó el primer objeto conectado a Internet: una tostadora que se podía encender o apagar en remoto. La conectividad fue a través de protocolos de Internet y tenía capacidad de controlar el encendido y apagado del electrodoméstico.
A pesar de suponer una revolución en la forma de entender las redes, las comunicaciones que Internet ofrecía en el origen de su expansión mundial eran principalmente cableadas. Esto, unido a que el coste del hardware era aún elevado, hizo que las ideas que podían llevar a implementar objetos conectados inalámbricos pasasen inadvertidas durante años.
La revolución vino de la mano de la popularización de la conectividad inalámbrica, ya fuese celular o WiFi, durante el inicio del siglo XXI. Esta permitió por fin presenciar una primera explosión en el crecimiento de los objetos conectados. Este crecimiento se ha constatado especialmente en los últimos 20 años, cuando se han venido sucediendo nuevos conceptos como el WSN (Wireless Sensor Networks) o M2M (Machine to Machine), para finalmente dar paso al IoT.
Elementos Básicos de los Productos Inteligentes Conectados
Los productos inteligentes y conectados (PIC) tienen tres elementos básicos:
- componentes físicos
- componentes “inteligentes”
- componentes de conectividad
Los componentes inteligentes amplifican las capacidades y el valor de los componentes físicos, mientras que la conectividad amplifica las capacidades y el valor de los componentes inteligentes y permite que algunos de ellos existan fuera del producto físico en sí. El resultado es un círculo virtuoso de mejora del valor.
La inteligencia y la conectividad permiten un conjunto completamente nuevo de funciones y capacidades de producto, que pueden agruparse en cuatro áreas:
- Monitorización: Sensores y fuentes de datos externas habilitan la monitorización de las condiciones del producto, el entorno, la operación o el uso del producto. La monitorización permite crear alertas y notificaciones de cambio.
- Control: El software embebido en el producto o en el dispositivo Edge o en la nube facilita el control de las funciones del producto y su personalización.
- Optimización: Los algoritmos de AI permiten optimizar la operación del producto y pueden ser usados para mejorar las prestaciones del producto, o hacer mantenimiento predictivo, mejorar el servicio y las reparaciones,
- Autonomía: La combinación de las áreas anteriores va a permitir la operación autónoma del producto, la coordinación con otros productos y sistemas, la mejora continua y la personalización, así como la auto diagnosis.
(Francisco Maroto. OIES Consulting)