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Sensores de CO2 y una app para garantizar la salud de un municipio pionero en despliegue IoT

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Sensores de CO2 y una app para garantizar la salud de un municipio pionero en despliegue IoT Óscar Cela. Redytel IOT
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La pandemia del COVID-19 obligó a empresas e instituciones a ser especialmente cuidadosos con la higiene de sus centros para evitar en la medida de lo posible la transmisión del virus. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que 9 de cada 10 contagios se producían en entornos cerrados y mal ventilados.

Redytel IOT, una empresa de Castilla y León, y en virtud del convenio firmado con el Ayuntamiento de la capital del Bierzo, instaló hace dos años, por toda la ciudad de Ponferrada (León, España), dos centenares de sensores que miden la concentración de CO2 en espacios públicos. Prácticamente todas las dependencias del edificio consistorial están actualmente sensorizadas, al igual que las piscinas municipales, el pabellón de deportes, el teatro Bergidum, el centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la biblioteca Valentín García Yebra.

Al margen de los espacios municipales, se instalaron también una veintena de sensores en establecimientos comerciales de la localidad que comparten las mediciones en tiempo real en la misma red de datos. Esta red es accesible y gratuita para los ciudadanos, que pueden conocer en todo momento la calidad del aire monitorizada en dichos espacios gracias a una app que Redytel IoT desarrolló y que funciona a través de un código QR. De esta manera los residentes de Ponferrada pueden saber si es seguro acceder a los espacios públicos y privados sensorizados. Esta es una de las razones por las que este tipo de dispositivos IoT, los medidores de CO2, son preferidos por los ayuntamientos de municipios de todos los tamaños.

Hemos entrevistado a Óscar Cela, ingeniero industrial y CEO de Redytel IOT, quien ha tenido la amabilidad de atender a nuestras preguntas relacionadas con este despliegue pionero de IoT.

El municipio de Ponferrada se convirtió en la primera ciudad del mundo que comenzó a controlar la ventilación en entornos cerrados para hacer frente a la COVID-19, todo un ecosistema de sensorización pionero por el que se interesaron países como Suecia, Suiza, Inglaterra y universidades de todo el país. ¿Sigue siendo esencial este tipo de monitorización en tiempo real en esta era post-COVID?

En realidad, los niveles de ventilación en los locales se están regulando desde el año 1997. En el año 2000 salió una NTP, la 549, que marcaba el CO2 como indicador esencial para medir la calidad del aire interior. El problema es que no estábamos atendiendo a esas normas para verificar las condiciones de salubridad de aire.

El IoT se convirtió en una herramienta increíble para medir los niveles de calidad del aire interior midiendo las variables más significativas (temperatura, humedad y nivel de ventilación), registrando las tendencias y mostrando los comportamientos de los locales. Ya teníamos muchos equipos funcionando cuando nos sorprendió la Pandemia y vimos la importancia de la medición de estos parámetros. Entonces lanzamos un proyecto que ha logrado grandes objetivos de ahorro energético y salubridad.

Nosotros creemos que es imprescindible medir estas variables de una forma centralizada para poder gestionar la energía (como ha sucedido el último año) o los niveles de salubridad, y que el proyecto, lejos de acabar, cada día se hace más necesario para una gestión racional de los locales públicos y privados.

Dado que este sistema de monitorización incluye alertas que son recepcionadas inmediatamente por las autoridades, que son las que pueden tomar medidas efectivas para el control de la salud, ¿por qué se apostó también por el acceso libre y gratuito a la red de datos por parte de la ciudadanía?

Los criterios de transparencia en la administración obligaron a hacer públicos estos niveles. Además sirvió para que los usuarios, mediante una app muy sencilla, regulasen su presencia en los locales tales como la biblioteca, el registro o los autobuses, etc. ya que sabían desde sus casas los niveles de ocupación.

Las ciudades inteligentes nos permiten una mayor calidad de vida y un mejor aprovechamiento de los recursos públicos y privados gracias al uso de sensores, el big data y la inteligencia artificial. ¿Es este tipo de proyectos un primer paso para que los ayuntamientos se sientan impulsados en convertir más adelante sus municipios en smart cities con un mayor despliegue de dispositivos IoT?

Sin duda es un primer paso. El despliegue de sensores, que aporten variables interesantes para la ciudadanía y las entidades públicas con objeto de mejorar la gestión, va a ser fundamental los próximos años. Por ejemplo, ahora mismo todos usamos el navegador del coche que nos lleva por donde hay tráfico mas fluido, y los sensores de aparcamiento nos pueden ahorrar muchas vueltas y energía, y ayudan a una mejor gestión de la ciudad. Pero hay muchísimas soluciones útiles para implementar. Otro ejemplo tiene que ver con la gestión del agua, que ayuda a prevenir fugas y controla los niveles de los depósitos y bombas en muchos ayuntamientos, incluidos los pequeños pueblos.

¿Es viable incluir en este tipo de ecosistemas accesibles por la ciudadanía la monitorización en tiempo real de otros tipos de sensores como sensores de temperatura en edificios públicos (colegios, guarderías, centros de salud y hospitales, residencias de ancianos, etc.), sensores de calidad del aire en determinados puntos de la circulación, sensores que monitoricen la calidad del agua de la red, sensores de aparcamiento... por citar algunos?

Claro, es el objetivo final, que la administración y la ciudadanía se beneficien de los grandes recursos que ponen en nuestras manos tecnologías como el IoT , Big Data, IA , etc. Estos ecosistemas nos sirven para ahorrar energía, tiempo u otro tipo de recursos, facilitándonos enormemente la toma de decisiones. Un ejemplo muy visual de esto es el empleo eficiente de tratamientos y a la prevención de enfermedades en agricultura gracias a la información que facilitan los sensores. Los entornos SMART no son solo patrimonio de las ciudades si no que hemos logrado extenderlo al entorno rural tradicionalmente más alejado de las nuevas tecnologías.

Estamos hablando de redes de comunicación útiles y efectivas en todas las ciudades para que todos los residentes puedan disfrutar de un futuro ¿más cómodo, más seguro o más saludable? ¿Hacia cual de estos futuros nos encaminamos esencialmente?

Estamos delante de una auténtica revolución; esta revolución tiene que ver con los datos y la inteligencia de su uso. Las redes de baja energía y largo alcance nos permiten llegar a donde antes era inviable llegar, proporcionándonos herramientas extremadamente útiles para hacernos la vida más cómoda, más eficiente, más saludable y más segura. (Óscar Cela. Redytel IOT)

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