El medio digital de actualidad sobre el Internet de las Cosas que forma e informa
PUBLICIDAD

Del éter al IoT: ecos de una revolución sin permisos

  • 202
Del éter al IoT: ecos de una revolución sin permisos
Tamaño letra:
Funciones desactivadas

La historia de la radioafición temprana revela sorprendentes paralelismos con el desarrollo actual del Internet de las Cosas, donde la innovación sigue abriéndose paso antes que la regulación.

Antes de que existieran routers, APIs o redes LPWAN, la experimentación con tecnología tenía otra frecuencia: la de las ondas de radio. En las primeras décadas del siglo XX, la radioafición abrió una puerta a la comunicación global sin intermediarios. Hoy, con el Internet de las Cosas, volvemos a encontrarnos con un fenómeno similar: miles de personas y dispositivos conectados sin pedir permiso.

Más de un lector de Generación IoT habrá pasado alguna noche armando una antena en el tejado, buscando una señal lejana en bandas abiertas, o tal vez enviando su primer mensaje en CW. La historia de la radioafición no solo forma parte del pasado tecnológico: ayuda a entender algunos de los desafíos —y oportunidades— actuales del IoT.

Radiopiratas, vacíos legales y libertad tecnológica

Durante los primeros años del siglo XX, las transmisiones de radio se movían entre la curiosidad, la improvisación y la falta casi total de regulación. No existía aún un marco claro sobre quién podía transmitir ni en qué condiciones. Era una época de pioneros, pero también de interferencias.

A medida que más aficionados comenzaban a emitir desde sus casas, surgieron los primeros conflictos. Algunos lo llamaron “piratería”, pero en muchos casos se trataba simplemente de curiosidad técnica sin permisos oficiales, algo tan común como natural en un contexto sin reglas claras.

Fue precisamente esta efervescencia la que obligó a los gobiernos a actuar: a delimitar frecuencias, exigir licencias, definir qué era legal y qué no. Pero las ondas siempre fueron difíciles de domesticar. Para muchos, operar sin licencia no era vandalismo, sino una forma de participar en un nuevo mundo tecnológico, antes de que lo cerraran los candados administrativos.

El IoT como nuevo territorio de exploración

Avanzamos un siglo y la escena se repite. Solo que esta vez, los protagonistas no son emisoras caseras, sino termostatos, cámaras, sensores industriales o vehículos conectados. Y la red no es de ondas hertzianas, sino de datos, protocolos y plataformas.

Con el IoT ocurre algo muy similar a lo que sucedió con la radioafición en sus inicios: la tecnología avanza más rápido que las leyes. Miles de dispositivos se conectan cada día, a menudo con escasa supervisión, sin garantías mínimas de seguridad o con configuraciones que los hacen vulnerables a ser utilizados sin consentimiento.

Los ejemplos son bien conocidos en la comunidad: desde botnets como Mirai (después fueron Satori, Okiru, Masuta o Mozi), que aprovechan contraseñas por defecto, servicios abiertos o vulnerabilidades sin parchear para tomar el control de cámaras IP, routers, grabadoras NVR, etc. Pero más allá del problema de seguridad, subyace una cuestión más profunda: ¿quién tiene derecho a experimentar con la tecnología?

Parentescos inesperados: lo que une a los radioaficionados con los makers del IoT

La comparación no es solo retórica. Existen paralelismos muy claros:

- Acceso sin intermediarios: tanto los radioaficionados como los entusiastas del IoT valoran la capacidad de conectar y comunicarse sin depender de grandes estructuras. Ya sea hablando con Nueva Zelanda en HF o leyendo datos de un sensor LoRa, la emoción de establecer un vínculo directo sigue siendo la misma.

- Experimentación antes que regulación: en ambos casos, el impulso por explorar ha ido por delante de las normas. Los primeros “piratas” de la radio eran, en el fondo, tecnólogos adelantados. Lo mismo ocurre con quienes despliegan soluciones IoT en entornos no convencionales o desarrollan herramientas sin esperar la aprobación de un marco normativo aún en construcción.

- Interferencias y sobrecarga: así como las transmisiones no reguladas podían colapsar bandas enteras en los años 30, el IoT también plantea retos de congestión y colisiones, sobre todo en bandas no licenciadas. No se trata de culpar al hacker de garaje: simplemente, necesitamos mecanismos más inteligentes para convivir en un espectro compartido.

- Sentido de comunidad y código compartido: tanto la radioafición como el IoT se han nutrido de culturas abiertas, colaborativas, con un fuerte espíritu DIY (Do It Yourself) y una ética de documentación y aprendizaje colectivo.

La piratería como síntoma… y como impulso

El término piratería puede sonar negativo, pero en muchos casos simplemente señala un desfase entre lo posible y lo permitido. No todo uso no autorizado implica mala intención: muchas veces responde a la falta de vías legales claras para la experimentación.

Las grandes innovaciones tecnológicas raramente nacen dentro del perímetro de la ley. Nacen en garajes, en laboratorios caseros, en redes alternativas o en pruebas informales. La regulación llega después, para ordenar ese caos creativo. Por eso, más que combatir la experimentación, el reto es canalizarla sin apagarla.

Lecciones del pasado, decisiones para el futuro

Lo que ocurrió con la radioafición puede ofrecernos pistas útiles para el presente. En vez de criminalizar a quienes exploran los límites del IoT, podemos diseñar espacios seguros para la innovación abierta. Espacios donde sea posible probar, fallar, aprender… y luego escalar soluciones que funcionen también en entornos regulados.

Tal vez el mayor legado de aquellos radioaficionados no fue la comunicación por voz a través del Atlántico, sino la idea de que la tecnología puede ser una aventura compartida, una red global de mentes inquietas, que no esperan permiso para hacer avanzar el mundo.

¿Y tú? ¿Alguna vez has tenido la tentación de conectarte "por fuera del manual"? No eres la única persona. Hay toda una comunidad que comparte esa inquietud. (Magdalena Franconetti - Generación IoT)


PUBLICIDAD
También te puede interesar...

Cuando la ciudad escucha: sensores IoT revelan el mapa real del ruido nocturno en España

Imagen: Magdalena Franconetti - Generación IoT

Internet de las Cosas (Inútiles): Los fracasos más absurdos del IoT

CONTENIDO PATROCINADO
PUBLICIDAD