Sensores multifuncionales, computación ambiental y digital twins convertirán los entornos cotidianos en espacios inteligentes, adaptándose a las necesidades de usuarios y ciudades sin interfaces visibles.
El Internet de las Cosas está a punto de dar un salto cualitativo con la integración de la Inteligencia Artificial, alcanzando lo que expertos denominan la madurez del AIoT en 2026. Este nuevo paradigma marcará la transición de simples “dispositivos conectados” a sistemas cognitivos capaces no solo de recopilar datos, sino de interpretarlos en tiempo real y actuar sobre ellos.
Explosión de la inteligencia en el borde
Una de las tendencias más significativas será el incremento del procesamiento de IA directamente en los dispositivos, conocido como edge intelligence. Esto reducirá la latencia y la demanda de ancho de banda, permitiendo que, por ejemplo, una cámara de seguridad no solo transmita imágenes, sino que identifique localmente personas, objetos o anomalías antes de enviar alertas.
Mantenimiento predictivo 2.0
En el ámbito industrial, los sistemas IoT evolucionarán de simples reportes de fallos a predicciones que anticipen averías con semanas de antelación. Estas plataformas podrán programar su propio mantenimiento e incluso solicitar automáticamente las piezas de repuesto necesarias, reduciendo tiempos de inactividad y optimizando recursos.
Sostenibilidad como motor del IoT
El impacto del cambio climático y la presión por la eficiencia energética harán de la inteligencia ambiental la aplicación más relevante del IoT en 2026. Entre los avances clave se destacan los dispositivos conscientes del carbono, capaces de optimizar el consumo energético según la intensidad de carbono de la red eléctrica en tiempo real, ejecutando tareas de alto consumo cuando la energía renovable es abundante.
Además, la proliferación de sensores accesibles permitirá la monitorización ambiental hiperlocal: datos de calidad del aire, temperatura y emisiones a nivel de calle que facilitarán una planificación urbana más inteligente y recomendaciones personalizadas de salud.
Digital twins como estándar operativo
La simulación virtual de sistemas físicos, conocida como digital twin, dejará de ser un proyecto piloto para convertirse en infraestructura esencial. Plantas industriales podrán probar cambios en un gemelo digital antes de implementarlos físicamente; las ciudades simularán patrones de tráfico, emergencias y proyectos de infraestructura en entornos virtuales; y en el sector sanitario surgirán “digital twins” de pacientes que permitirán simular tratamientos personalizados sin riesgos reales.
Redes IoT soberanas y geopolítica
La creciente preocupación por la privacidad de los datos y las tensiones geopolíticas impulsará el desarrollo de ecosistemas IoT regionales. Se prevé un aumento de protocolos de conectividad alternativos junto a los tradicionales, gobernanza de datos incorporada en hardware y firmware, y pilas IoT de código abierto que faciliten transparencia y control.
Computación ambiental: el IoT desaparece
La tendencia más disruptiva podría ser la invisibilidad del IoT. Para 2026, los entornos se adaptarán automáticamente a las preferencias de los usuarios en iluminación, temperatura o sonido, reduciendo la dependencia de dispositivos de propósito único. Los sensores multifuncionales y las interacciones sin interfaces se convertirán en norma, integrando los sistemas de manera casi imperceptible en la vida cotidiana.
Desafíos en el horizonte
Esta evolución también plantea retos importantes: la complejidad de la seguridad aumentará a medida que los sistemas sean más autónomos e interconectados; el crecimiento de dispositivos generará más residuos electrónicos y mayor huella de producción; habrá un déficit de profesionales capacitados en hardware IoT y software de IA; y la legislación tendrá dificultades para mantenerse al día con sistemas de toma de decisiones autónomos.
Para quienes planifiquen iniciativas IoT pensando en 2026, los expertos aconsejan priorizar la interoperabilidad, diseñar dispositivos con capacidad de procesamiento en el borde, adoptar estándares abiertos y construir sistemas con privacidad integrada desde su diseño. Las implementaciones más exitosas no serán necesariamente las más visibles, sino aquellas que funcionen de forma tan fluida que se integren en el tejido de nuestro mundo digital-físico.
El panorama del IoT en 2026 dejará de centrarse en “cosas” individuales para enfocarse en sistemas inteligentes e integrados capaces de resolver problemas complejos incluso antes de que seamos conscientes de su existencia.
(Atomsenses)
